mi casa 3 – Pittsburgh
En 1986 tuve que matricularme en una universidad. No era mi opción preferida, pero tampoco tenía ganas de independizarme de mis padres y empezar la vida laboral con solo una educación secundaria.
Quise vagabundear. Había regresado de Colombia con muchas ganas de viajar y seguir esta trayectoria autodidacta (como hice en Colombia) de aprender idiomas, de conocer la política y la historia de otros lugares del mundo así de primera mano, además de disfrutar las cosas buenas e interesantes que ofrecen otras culturas.
No. Claramente y sencillamente me dijeron mis padres. Yo esperaba su respuesta, pero también estimo que siempre vale la pena preguntar. Si no preguntas, siempre la repuesta será “no”. Preguntar es una forma de explorar posibilidades y abrir mentes, a veces.
Me matriculé en la Universidad de Pittsburgh, en la cuidad del mismo nombre y que se ubicaba, más o menos, a cinco horas en coche de mi casa familiar. El Centro de Estudios Latinoamericanos de la universidad tenía buena fama, que me ha atraído, y la Facultad de Ciencias Políticas tenía buena pinta también.
Vivía en varias lugares durante los años en Pittsburgh. El primer año en la residencia estudiantil y los otros años en pisos compartidos, cada año un nuevo piso y nuevos compañeros de piso. Los recuerdos que tengo de estas casas son plácidos y sencillos, son de comidas compartidas y apoyo mutuo durante momentos de estrés, exámenes y los altibajos de la vida joven.
Pero hay sí una casa que recuerdo bien de estos años, y es la casa que construimos los estudiantes en el jardín que estaba al frente de la casa del presidente de la universidad. Nuestra casa era más una choza que una casa, y la choza funcionaba como un centro y un símbolo de protesta para los estudiantes opuestos a la política de apartheid en Sudáfrica. La ocupación del jardín de la casa del presidente era la táctica de una estrategia más grande para presionar a la universidad a interesarse más que porque hubiese un cambio político en Sudáfrica.
Aprendí muchas cosas y conocí a mucha gente de muchas partes el mundo en esa choza del jardín de la casa del presidente. La experiencia funcionaba como un introducción a los principios básicos del activismo y aumentó mi interés en la justicia social y el poder del pueblo.
Gracias también a esta experiencia me enteré de fondos universitarios que había para apoyar las investigaciones y los estudios en el campo o el extranjero. Poco después apliqué esta información para seguir viajando, y por supuesto estudiando. Fui a Ecuador donde hice una investigación de las imágenes de género en la música pop y tradicional, y al año siguiente busqué otros fondos para hacer un curso y otra investigación en Chile sobre su proceso de la dictadura a la democracia. Las dos experiencias son cuentos para otro día. O ahora, si quieres: Ecuador, estudios de campo y estudios de la vida y Chile, transición a la democracia en Chile
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Que placided leerte Denise! Que vida mas interesante te has ido construyendo!
bicos amiga, gracias por leer y tus palabras de ánimo y la contribución tuya también, todxs juntxs, somos más fuertes. xo